Hace años (entre mitades y finales de los 90) cuando diseñábamos un sitio web en lo primero en lo que pensaba era en el mapa de la web y en el código HTML de la misma. Primero se dibujaba un diagrama esquemático de los contenidos a incorporar, para luego trabajar la mejor manera de ordenarlos de una manera jerárquica, y que resultara intuitiva para el usuario.
Después de casi 20 años de Experiencia en el Mercado de Desarrollo Tecnológico y de la comunicación Visual me es imposible no recordar los primeros pasos (comienzos del 2000) de diseño de un Sitio Web (que solía hacer yo mismo en Fash 8 o Html) en donde lo primero que me ocupaba la mente era el Mapa o Árbol de Contenidos y el HTML que lo representaría. Antes, lo primero que se hacía era dibujar un diagrama esquemático de los contenidos que iba a poseer la Web a fin de poder acomodar y presentar la información de forma jerárquica e intuitiva a fin que el sitio sea lo más fácil y simple de usar.
En aquel entonces no teníamos la menor idea de todo lo que sabemos hoy, ni tampoco existía una teorización tan amplia como la que existe hoy acerca de interfaz y experiencia de usuario. En resumen, sin saberlo, se estaba haciendo una intuitiva y natural gestión y estructuración de contenidos. El Proceso de “Arquitectura de Información” puede parecer viejo, pero no lo es. El Mapa Web se convierte en una de las bases sobre la que se construyen el resto de las definiciones de UX de cualquier producto digital existente, ya que es transferible también a App y por supuesto comunicación de servicios digitales.
Sin embargo, no hay que confundir tampoco AI con la simple navegación. La arquitectura abarca aspectos más amplios que la navegación propiamente dicha, desde la identificación y definición del contenido del sitio, hasta la organización, la estructura y la nomenclatura que define las relaciones entre el contenido y la funcionalidad de ese producto o servicio digital. Abarca, por tanto, aspectos de usabilidad, interacción, diseño visual y contenidos. Ufff, que fácil!
Bien, vamos al punto, ya sabemos que el desarrollo de la arquitectura de un sitio web es una parte esencial del proceso de diseño de UX, pero, antes de poder iniciar el proceso, obligatoriamente tenemos que asegurarnos que comprendemos el proyecto en toda magnitud, tanto las necesidades del negocio como las del usuario (parece una obviedad, pero rara vez se ve aplicado):
Mantenerse Actualizado: Así como los sistemas requieran mantenimiento y constante actualización, así también las interfaces. ¿Por qué? Para no extenderme, por el mismo motivo por el cual todos los años tenemos un Libro completo de Trends UI/UX las cuales se ven reflejadas en los principales entornos de los líderes globales como Microsoft, Apple, Facebook (mal aplicado, pero, en fin), etc. El universo de nuevos productos digitales y el avance tecnológico que abren nuevos mundos a la aplicación de viejos problemas sin soluciones o nuevos problemas que nunca se plantearon generan nuevos surcos en los Ríos de flujo de navegación de los Usuarios de distintos ámbitos de todo el mundo, generando así cambios en la forma en la que los usuarios piensan, deducen y creen que debería funcionar una experiencia.
Excelente y atractiva información hasta el momento, pero, estos procesos, ¿se pueden validar? Por supuesto que sí, y la receta es tanto vieja como efectiva, se llama “Tree Test”.
¿Y Que es eso?, bueno, el tree test es un proceso de investigación que se ejecuta para comprobar la facilidad de encontrar un contenido concreto en una arquitectura de información más extensa.
Se trabaja con un sujeto de prueba (Un usuario) y se le da varias tareas de búsqueda (“Busca un Zapato hecho en tal material o de tal marca”, por ejemplo) y un árbol de contenidos (la categoría sexo hombre/mujer) y se le pregunta por dónde buscaría entre las categorías y subcategorías dadas, hasta que encuentre lo que se le solicita, pudiendo ir hacia delante y hacia atrás en el árbol.
Esta prueba proporciona muy buenos resultados en catálogos online de productos o servicios, ya que permite conocer con mayor detalle cómo buscan nuestros usuarios y cuál es la mejor manera de mostrar la información para hacerla accesible.
En resumen, todas las empresas quieren vender más (obviedad hace años), pero para hacerlo, o al menos de forma rentable, deben personalizar la experiencia digital al mismo nivel que personalizan sus Productos. Imagínense una Web que venda juguetes a niños de 12 años promedio (que hoy navegan por ellos mismos) que de fondo toque música de Vivaldi y que los textos sean con fuentes extensas y curvilíneas al estilo Shakespeare con fondos apagados e información e imágenes de la compañía creadora del juguete en lugar de los juguetes perse. Difícilmente un niño se sienta tentado a pedirle a sus padres que le compren algún producto de ese portal.